''Antes de suicidarse, mi hija me preguntó si existían las ballenas azules"
El dolor de la madre de Maylen, de 13 años, que se ahorcó con una cinta que pidió a su mamá días antes y ella no supo ver que su hija había caído en las redes de "el desafío de la ballena azul"
Maylen, que se quitó la vida en un pueblo de Colombia, llegó a subirse al tejado de su casa como preparación para la prueba final. Nadie, ni sus amigas, sabe por qué ella precipitó el desenlace fatal
"Una noche la oí gritar "ya cumplí el reto de hoy"
La pregunta no despertó la mínima sospecha. "Mamá, ¿existen las ballenas azules?", quiso saber la niña.
-Existen y deben quedar pocas. Están en vías de extinción.
Maylen respondió lo primero que se le vino a la cabeza y siguió en sus cosas. Pensó que sería una inquietud como tantas de su hija. Ni en la peor de sus pesadillas habría adivinado que su princesa, de solo 13 años, iniciaba una senda tenebrosa que desembocaría en tragedia.
Dos meses después, el 28 de abril, el cuerpo de la pequeña Maylen Lizette aparecía colgado de una soga. Quitarse la vida fue el broche final de un macabro juego que amenaza la vida de incontables menores alrededor del planeta.
Maylen Villamizar, de 37 años, la madre doliente, no tiene Facebook, le cuesta un mundo entender la tecnología. Sólo después de enterrar a su hija menor y escuchar casos parecidos, empezó a atar cabos. Recordó diversos episodios hasta concluir que a su pequeña la mataron las redes sociales y uno de sus desafíos de moda, la ballena azul. La primera pista fue la pregunta de marras; la segunda, una fotografía.
"El domingo 16 de abril le vi una foto en el celular (teléfono móvil) de cómo se ataba una soga para ahorcados, paso a paso. Le pregunté por qué la tenía y me dijo: "tranquila: es una foto que me mandaron". La borró enseguida y me devolvió el celular. "Bueno, ten cuidado con eso", le dije, y aunque quedé algo preocupada, olvidé el incidente con lo que siempre nos decimos, cosa de adolescentes".
En 2013, en Rusia, sonó la primera alarma. Al menos 130 chicos se suicidaronsiguiendo la ruta que marcaba la Ballena Azul, juego que circulaba en VKontakte(equivalente al Facebook en Rusia, muy popular entre adolescentes). Las autoridades descubrieron que constaba de 50 pruebas que los participantes debían ir superando. Arrancaban con cuestiones sencillas, como hacer un dibujo del animal, seguían con ver películas de terror un día entero, para subir el tono enseguida hasta pedirles acabar con su vida.
En diciembre de 2016 la Policía detuvo a Philipp Budeikin, de 21 años, al que acusaron de ser uno de los cerebros detrás de la Ballena Azul. En entrevista con SaintPetesburg.ru, confesó que lo diseñó para "limpiar la sociedad" a la que dividió entre "gente y residuos biodegradables que no tienen valor". Decenas de adolescentes con algún episodio depresivo cayeron en la trampa. "Murieron felices, les dí lo que no tienen en la vida real, calidez, comprensión y comunicación", afirmó Budeikin. Y desde el punto de vista de sus víctimas, no le falta razón. Al menos eso cree Camila (nombre cambiado por seguridad), una de las amigas de la fallecida, de su misma edad.
"La Ballena Azul se siente sola, mal, no tiene el apoyo de su familia, como nos ocurre a nosotras. Por eso, de puro dolor porque nadie la apoyó, se va a un lugar lejano para salirse del mar y morir en una playa", explica con inquietante convencimiento. "Nos identificamos con ella y al meterte (en esa red), una siente que hay personas que sufren como nosotras. Abres Aline Becerro en Facebook y entras al juego si te aceptan. Luego hay que mandar mensajes con las pruebas que te van pidiendo".